domingo, 7 de junio de 2020

El agua que bebemos


EL AGUA QUE  BEBEM0S


Por :

Saúl Sánchez Toro


Hace 50 años, en la vereda La Florida, de Villamaria, Caldas Vivian plácidamente cerca de 70 habitantes que disfrutaban de sus cosechas de repollo, coles, zanahoria, lechugas, flores y frutales a granel. Era una región hortícola  y floral (de aquí su nombre) por excelencia.
Esta comunidad, muy unida al principio, se puso de acuerdo y construyó su propio acueducto. Tomó las aguas cristalinas que nacían en los asentamientos del Seminario Mayor, en la propia quebrada Molinos, un afluente hídrico que más abajo tenía una fauna ictiológica fluctuante y muy diversa.
El agua llegaba a cada una de las 15 casas a través de canaletas de guadua o de canutillos de guaduilla. Era un agua pura, limpia que se podía beber sin miedos. Con ese acueducto duraron más de veinte años.
Hasta que un día, de esos nefastos, luctuoso para su historia, llegó el hombre de corbata, montado en su jeep Willis y le pintó a la comunidad pajaritos de oro y enjambre de mariposas multicolores. Que les harían un acueducto “técnico”, con todas las normas hídricas existentes. Hablaron de válvulas isométricas, ductos impermeables de pvc, tratamiento químico de aguas, conservación de la potabilidad y de una cantidad de conceptos que “engatusaron” a los pobres campesinos que se convencieron de la bonanza de tener un acueducto profesional.
Fue desde ese momento que el agua de la entraña de sus propias montañas, sus fincas, sus herencias ancestrales, pasaron a ser parte de la municipalidad. Y fue también desde ese mismo momento, que los consumos que antes eran gratuitos, ahora se volvieron “medidos” y cuantificados. Empezaron a llegarles facturas de consumo y quien se atrasaba en su pago  sufría de la desconexión del preciado líquido que antes fluía a caudales y libre como el viento. Y lo más grave, empezaron a cobrarles dizque consumo básico, un adefesio legal que plasma en metros cúbicos lo que usted debe consumir. Y aquello que era su mínimo  vital hoy se comercializa para todos los circundantes (incluida la capital , Manizales, que no le paga al Municipio por lo que  recibe pero que si le cobra a los consumidores).
Y a la Florida, el sector dueño del más del 50 por ciento de los acuíferos, nos envían el agua en diminutos tubitos de Una, dos y cuatro pulgadas y con el desbordado, desorganizado y desmedido crecimiento de la industria de la construcción, el preciado líquido llega sin ninguna potencia, tanto que no alcanza a hacer funcionar los calentadores de agua para los segundos pisos.
Hoy después de 50 años y ante el cataclisquimico panorama que se avecina, por culpa de un desconocido virus que no sabemos cómo, cuándo y  quien lo plantó en algún lugar del Planeta, vemos que esa preciosa agua,  se ha convertido en elemento esencial para protegernos y no dejar que la sombra de la muerte entre a nuestras casas.
La propaganda en redes, emisoras, televisión, de boca en boca es #Láveselasmanos. Y el famoso  hashtag se volvió viral, junto con el #QuedateEnCasa. El consumo de agua en los hogares se  ha disparado en forma aún no visualizada porque apenas estamos dizque en la etapa de meseta del virus (el pico que llaman) de  la Pandemia.
Y el Señor Gobierno?.  Ajeno a estos avatares se preocupa más por fortalecer a los fuertes que por ayudar a los débiles que somos el 80 por ciento de la población patria.
Y las empresas de servicios públicos: Emas, EPM, Emcali, Aquamaná? Calladas. No se atreven a tomar decisiones. Puntos de vista que el conglomerado, ve con tristeza, como se toman en países más pobres de nuestro hemisferio como el Salvador o en países fuertemente golpeados  por la Pandemia como Italia y España en donde los gobiernos han congelado el pago de servicios públicos, por tres meses y aquí, en nuestra patria no se atreven a tocar dizque porque se cae la economía o se desboca la pobreza. Como si esta no estuviera por los suelos y la otra más desclavada que loca enferma . Una economía fuertemente informal en donde los trabajadores viven del día a día, no resiste. Si la situación persiste, los contagiados o contaminados por su necedad o su necesidad de salir al “rebusque” terminarán por formar una debacle de inconmensurable dimensión.
Si estos sin vergüenzas que llevamos a que timonearan el barco, no son capaces de guiarnos a puerto seguro, tendremos muy seriamente que analizar cómo les quitamos la conducción  o dirección de nuestro sistema y llevar al liderazgo a alguien mesurado, racional, lógico, avispado.
Es hora que el Gobierno Nacional o los gobiernos locales tomen decisiones a favor del Pueblo, si quieren que exista un Pueblo que gobernar.

Villa Hada, La Florida, Villamaría, junio 7 de 2020