Manizales es una ciudad que anualmente
saca al mercado laboral alrededor de 70 profesionales de las leyes. Muchos de
ellos se ubican en grandes o buenas empresas y una gran mayoría monta sus propios
bufetes o se asocian con empresas de asesorías.
Pero, hay un enorme remanente que no
se ubica y que constituye el grueso laboral de una mano de obra barata que se
presta a toda clase de juegos, subterfugios, argucias o triquiñuelas de las
cuales se valen para ganarse la vida, no importa a quienes tengan que atropellar,
agredir o intimidar.
En nuestros círculos familiares o
laborales escuchamos a diario la incesante queja ocasionada por lo que los
grupos al margen de la ley nos han acostumbrado: el manido boleteo, el secuestro, la execrable
extorsión o el abominable chantaje.
Pero, quien de nosotros alguna vez no
se ha sentido amilanado, atormentado, quebrantado, valga decir “boletiado”,
“extorsionado”, etc. por individuos o grupos de personas que escudados en el
sagrado nombre de la ley llaman para
“exigirnos” el pronto pago de una obligación llámese hipotecaria,
laboral, contractual, etc?.
O como se califica la figura del
picapleitos que llama a intimidarnos si no pagamos en el menor
tiempo posible una obligación?
Hay abogados que tienen el descaro, el
cinismo, la desfachatez, de llamar a su victima (¿??) para atemorizarla diciéndole
que si no cancela la obligación en determinado tiempo, le embarga el sueldo, le
expropia la casa, los enseres, o el
carrito, o en el peor de los casos le enviará a reclusión a una penitenciaría.
Y hay quienes, violando el sagrado derecho de la privacidad se atreven a llamar
a parientes, compañeros de trabajo o conocidos para dejarle al “infractor” mensajes incriminatorios con los que lo ponen
en evidencia o lo someten al escarnio, la vergüenza o la picota publica, como
si este fuera el medio mas eficaz para recuperar unas cartera, un bien o una
obligación.
Porqué a los delincuentes comunes se les persigue por
esto y a los de cuello blanco o falda
Guci O Christian Dior, no se les hace lo
mismo?
O, acaso no es boleteo, cuando la
firma o el rábula de marras le envía a uno una carta por correo y anuncia que
es un cobro jurídico que si no se atiende en el menor tiempo posible estará el intimidado cercano a cruzar los linderos del Código Penal?
O como se llama la figura del abogado
que apegado a los truculentos argumentos o componendas, que aprendió a extractar de la menuda letra de
los mágicos códigos legales, termina quitándole la casa de habitación a
una pobre asalariada estatal que no tuvo oportunamente la posibilidad de cancelar una mínima deuda hipotecaria?.
Y que decir de la vergüenza publica a
que se somete a un infeliz deudor que ante su iliquidez termina siendo “lanzado” (valga decir “desplazado”) de su
morada por un jurisconsulto que se solaza íntimamente al haber alcanzado un
nuevo “logro” en su vida profesional?
Ah, y que del otro infeliz al que le
“cortan” la luz (lo mas cercano a una
voladura de torre), o el agua (El acueducto de Bogotá no es el primero al que
se atenta) o el teléfono o la
Parabólica (cualquier semejanza con la voladura de torres de Telecom, es mera coincidencia) y al
cabo de un tiempo empiezan a amenazarlo con “boletas” de cobro jurídico o con
facturas que en destacadas letras de fino rojo carmesí dicen “su servicio se
encuentra suspendido”?
Lo grave de todo, es que aprendimos a vivir
con el miedo a estos inhumanos procederes hechos por humanos a quienes en el
aula parece que no les transmitieron o
infundaron una sola letra de ética,
convivencia pacifica, humanismo o tolerancia.
Nosotros, el pueblo, hemos permitido a las empresas, entidades,
“bufetes”, grupúsculos y personas crecer en atropellos porque humildemente
agachamos la cerviz o ponemos la otra mejilla y porque desafortunadamente no
encontramos quien nos defienda de nuestros defensores o quien agreda a nuestros
agresores.
Y definitivamente nos llenamos de Leguleyos de Pacotilla...
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