Hace algunos años, visitando,
como director del Centro de Bibliotecas de la Universidad de Caldas, algunas
bibliotecas de la Ciudad de México,
(UNAM, Colegio de México, etc.), me encontré que allá tenían en muy alto
concepto al libro y a los documentos que tenían o guardaban un cierto
valor histórico tales como libros
anteriores a 1900, incunables, ediciones príncipe, manuscritos con más de
cincuenta años, libros empastados en pergamino o piel de carnero, obras con
exlibris reconocidas, etc.
En dichas bibliotecas esta
clase de documentos se preservan en aulas especiales con control de aire y
temperatura y con acceso restringido a usuarios dedicados única y
exclusivamente a la investigación.
Para ingresar a esas
colecciones, el usuario debe ante todo, pedir, con antelación, una cita, cubrirse
la boca con tapabocas y ponerse guantes
de seda que proveen las entidades. Los
libros, no los manipula el usuario sino un conserje que siempre está parado al
lado de uno.
Todo esto lo saco a colación
porque aquí en mi ciudad, existen colecciones antiguas, semejantes a las que
tienen en las entidades antes mencionadas, a las cuales no les damos valor y por el
contrario son publicaciones que cualquier usuario manipula y puede hacer con
ellas lo que le provoque (pasar hojas untándose los dedos con saliva,
subrayarlas con lápiz o lapicero, doblar los cantos de las hojas para marcar
páginas, pegar las hojas rotas con cintilla, etc.) poniendo en riesgo la
integridad del documento.
Colecciones únicas como las
antiguas ediciones del periódico La Patria o libros del antiguo Colegio de
Misiones de Popayán, la Colección Emilio Robledo que están en la Universidad de Caldas o las
colecciones Mario Calderón Rivera, Fernando Mejía Mejía y Gustavo Larrea, que
tiene la universidad Autónoma. a las cuales tienen acceso toda clase de
público, desde niños hasta veteranos, que manipulan estas publicaciones sin
ningún tipo de cuidado.
Sin embargo, lo que más
tristeza e indignación me ha causado a mi, como genealogista, es ver como se
deterioran cada día más y más, los antiguos libros de bautismo, matrimonio y
confirmación que existen en la Iglesia Catedral de Manizales, la Parroquia de
Villamaría y la Parroquia de Las Mercedes de Chinchiná , en donde está la mayor
historia de muchos de los nacidos en nuestra bella ciudad.
En estas iglesias se encuentra
información que data de 1864 hasta el presente.
Supongo que la información de
los registros anteriores se perdió en los incendios del 25
y el 26.
Los edificios donde están
estos documentos, son vetustas casonas de bahareque y madera, que Dios no lo quiera,
si llegase a pasar un desastre, terminaría con buena parte de la historia de los nacidos en la ciudad.
En la Universidad de Antioquia,
en las década de los sesenta, una turba enardecida de vándalos le prendió fuego a los archivos académicos, lo que ocasionó
que durante muchos años la entidad se viera abocada a expedir certificados por
notaría y usando testigos que acreditaran, certificaran o atestiguaran que un
ciudadano había estudiado en esa Alma Mater.
Documento de la base de datos de los Mormones tomado del original que reposa en la Catedral Basilica de la ciudad de Manizales. |
Lo que me parece un tanto
extraño, con los archivos de las parroquias mencionadas, es que la Comunidad de
los Santos de los Últimos días, más conocida como los Mormones, tienen todos estos libros antiguos de nuestra
ciudad, microfilmados y escaneados y puestos gratuitamente al servicio de sus usuarios en
todo el mundo a través de sus páginas de genealogía. (Vease: www.familysearch.org) y en nuestras
iglesias aun siguen trabajando con las uñas.
Por qué la Curía de Manizales,
cuando accedió a que estas colecciones se microfilmaran no aprovechó y sacó una
copia para la ciudad?
Porque no le pidió a los Mormones que le facilitan en
donación o compra la base de datos de los registros que se llevaron? Porque nuestra principal iglesia y ninguna de la ciudad, en plena era de la tecnología, no tienen automatizados sus registros?
Hago un llamado a las entidades culturales y a las
fuerzas cívicas y políticas de la
ciudad, para que se apersonen de la protección de este patrimonio, que está en
inminente peligro de extinción, llamado que hago extensivo al Alcalde, al
Gobernador, a la Academia de Historia y a las comunidades religiosas de la ciudad, custodias de este invaluable patrimonio cultural.
No hay comentarios:
Publicar un comentario