martes, 28 de julio de 2020

Otra vez la biblioteca pública





Conocí la Biblioteca Publica de Manizales cuando funcionaba en los bajos del Edificio de la Licorera. Mi paso obligado desde los Barrios Unidos (hoy Barrio el Bosque), primero hasta la Escuela Jorge Robledo, donde hice mi primaria y posteriormente al Instituto Manizales que quedaba donde hoy es el Inurbe, y que regentaba en esa época el inolvidable Don Antonio Jaramillo Ángel (año 1962), me hacían detener ocasionalmente en tan añorado depositario de la cultura que abrió mi mente a la aventura gracias a Emilio Salgari,  Julio Verne, o Alejandro Dumas, y a la poesía gracias a Baudelaire, Rimbaud, Apollinaire, Verlaine y Mallarmé o a  Porfirio Barba Jacob, León de  Greiff, José Asunción Silva y Carlos Castro Saavedra (cómo extrañamos a Rodrigo Correa Palacio su interprete vocal), o a la narrativa de Guy de  Maupassant, León Tolstoi, Miguel de  Cervantes,  y muchos otros literatos que Don Filemón Valencia nos inculcó y nos hizo engolosinar con ellos conduciéndonos  con su método a leer y a imbuirnos en ese maravilloso mundo de la narrativa que en la época fue motivo de creación de los más prestigiosos centros literarios o tertuliaderos culturales de la ciudad (como el de Mario Escobar Ortiz, el de Hernán Cubidez o el de los hermanos Cañas). Los  libros se ubicaban en esos momentos  de la biblioteca pública, en anaqueles de cedro negro con puertas de vidrio y con candado. Las revistas se separaban de los libros por un enchambranado que quedaba al fondo del recinto. Allí también se guardaban las colecciones mas valiosas de la época como el Tesoro de la Juventud de W.M Jackson compuesto por 20 tomos editados en la década del 40, la Enciclopedia Universal Ilustrada Espasa-Calpe (en ese tiempo formada por 70 tomos y 72 volúmenes) y el famoso recetario industrial el Formoso tan pretendido por los “inventores” de la ciudad que conocían lo que se podía extractar de él. En las mesas encontrábamos las anatomías de Andrés Vesalio, Ambrosio Paré y Luis Mercado, que a la sazón utilizaban los estudiantes de medicina de la Universidad de Caldas a quienes veíamos, con envidia de la buena, impecablemente vestidos de traje y de corbata esperando el bus que los recogía en la cra. 22 frente a la Catedral.

En el área de revistas se encontraban esos enormes legajos encuadernados de La Patria que no sabemos a donde fueron a parar y que descontinúan la historia del periódico de casa  en sus primeros amaneces. La Biblioteca de Derecho de la Universidad de Caldas acogió algunos de esos volúmenes y hoy están al alcance de todo el mundo a pesar de ser ejemplares únicos en la ciudad.

Nuestra Biblioteca Publica, fue fundada por Acuerdo Municipal No. 32 del 28 de mayo de 1931. es decir se aproxima a los 75 años.

En mayo 29 de 1981 (hace mas de veinte años !!!), en este mismo periódico (pág 3A columnas 3-4 y pág 6A col 2) y en la edición No. 28432 del miércoles 27 de febrero de 2002 (pag 5A Col 2) escribí sendos artículos analizando la malhadada situación de la biblioteca y quejándome por el desinterés gubernamental en auxiliar a quien debería ser la principal fuente de saber de la ciudad. El sitial en donde se localice todo lo bibliográfico y documental realizado en Manizales (planes de desarrollo, novelas, cuentos, investigaciones, etc.). Y hoy vuelvo a escribir para llamar a quienes crean que tienen parte en el asunto, para que no dejen morir el único bastión de la cultura en donde debería estar abrevando nuestra juventud. Me da una tristeza enorme que al igual que el Teatro Olimpia, se haya acabado con la Biblioteca Pública Municipal y nadie, absolutamente nadie haya dicho nada. Su último recinto fue convertido en dizque la sala Cumanday y su hemeroteca fue convertida en un tal auditorio Olimpia. Sus colecciones documentales abandonadas en el Liceo Femenino. Como nos duele a quienes trasegamos por el mundo del libro (en mi caso particular como bibliotecólogo de profesión), la enorme apatía, indiferencia, insolidaridad, dejadez, indolencia que tienen nuestros concejales y dirigentes administrativos (léase Alcalde y Secretarios de Despacho)  a quienes no les interesa en lo mas mínimo el futuro de nuestra biblioteca.

Algunos años atrás, promovimos un foro en el auditorio del Banco Cafetero, para evitar que la biblioteca fuera traslada a la biblioteca de los Yarumos. Fuimos apoyados por gran parte de la elite cultural de la ciudad incluyendo a periodistas y a muchos ciudadanos que estaban de acuerdo con que la biblioteca debía estar en el centro de la ciudad y no en la periferia (hoy, mirando el escaso número de asistentes a la biblioteca de los Yarumos, vemos que no estábamos equivocados y ojalá mi amiga Alba Nelfy Bernal, no me desmienta). El Alcalde Cardona oyó el clamor de la comunidad y pospuso el traslado. Cuando asumió la Alcaldía el Dr. Néstor Eugenio Ramírez C. supusimos que al fin le había llegado la hora buena a la Bibpublica ya que con él habíamos trabajado los bibliotecarios de la ciudad la creación de la Red de bibliotecas de Manizales que sirvió de modelo para que el Icfes (ante quien presentamos en compañía del exalcalde el proyecto de Manizales)  creara el Consorcio de Bibliotecas Universitarias de Colombia, que es copia fiel del de nuestra ciudad y que hoy se mira como modelo de América Latina. Pero nos equivocamos.

 El Dr. Néstor tampoco le paró bolas a la biblioteca y fue finalmente quien le dio un entierro de tercera. Hoy la  ciudad no tiene un proyecto ni de ubicación, ni de creación,  ni de localización de la biblioteca pública municipal. En el Plan de Desarrollo no se menciona como tampoco se dice algo sobre otro gran olvidado como lo es el Archivo Municipal también “tirado” físicamente  en una pieza trasera del Cuerpo de Bomberos de Manizales  Pareciera que aquí nadie se interesara en la lectura para si o para los jóvenes y niños, sobre todo los de los estratos bajo y medio que son en última los beneficiarios de primera mano de las colecciones bibliográficas de la ciudad.

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